10
Jun 2018
Comencemos por lo obvio y lo más triste. Estar parado en el lugar donde lanzaron la primera (y de verdad, esperemos que la última) bomba atómica con intenciones bélicas contra la población, es un sentimiento de tristeza profunda y de recogimiento tremendo. Al estar parado viendo la única estructura que quedó en pie a kilómetros a la redonda.
Por la simple razón de que estaba prácticamente en el ojo de donde cayó la bomba. Uno se pregunta, ¿qué tanto mal somos capaces de hacer los seres humanos? La respuesta, muchísimo.
Leer las escalofriantes cartas del ejército de los Estados Unidos “recomendando estratégicamente” los lugares donde se causara el mayor daño posible, ver como esas mismas cartas sugerían no alertar a la población sobre el ataque, ver las fotos de lo que quedó, los videos de los sobrevivientes… es una visita que drena emocionalmente, que aturde, que deprime.
Yo tuve el corazón partido todo el tiempo pero no pude contener las lágrimas al ver el reloj.
Lo donó el hijo de una persona que perdió a su padre en la explosión, y como ven, el reloj quedó detenido a la hora exacta de la explosión… el encontró el reloj en una pila de escombros y cenizas donde era su casa, entre esos escombros y ceniza, estaba su familia…
Ahora, ¿por qué digo que es una historia improbable? Porque Hiroshima y todo el pueblo japonés se levantó, ¡y de que manera! La ciudad es verde, dinámica y su gente es muy PERO MUY amable y cordial.
Te saludan siempre sonriendo, te ayudan, son solidarios. Es como si estuvieran en una misión de mostrarle al mundo que sin importar lo que les pasó, ellos están por encima del odio y del rencor y que la manera de salir no es la venganza, sino la firme convicción y el trabajo duro de su gente.
Después de esta triste visita, fuimos a un lugar que está solo a unos kilómetros de Hiroshima. Es otro patrimonio de la humanidad, la isla de Miyahima con su Tori.
Este lugar es mágico!
No solo es muy lindo e impresionante, sino saber que estuvo a pocos kilómetros de donde hubo tanta destrucción, la paz y la serenidad que se respira acá, es simplemente deslumbrante. A nosotros nos tocó un día frío, pero aun así, apreciamos mucho su belleza.
También vale la pena mostrarles esta joya. En el hostal donde nos quedamos había muuuuchos libros de manga y juegos retro de nintendo. Me pude el de la llegada de Trunks a la tierra y encontré estos de super campeones (capitán Tsubasa en Japonés)
Estos primeros destinos de Japón nos comenzaban a mostrar un país fascinante, lleno de contrastes y riquísimo en cultura en comida. Ahora nos íbamos a una de sus ciudades más emblemáticas. Kioto.
Por la simple razón de que estaba prácticamente en el ojo de donde cayó la bomba. Uno se pregunta, ¿qué tanto mal somos capaces de hacer los seres humanos? La respuesta, muchísimo.
Leer las escalofriantes cartas del ejército de los Estados Unidos “recomendando estratégicamente” los lugares donde se causara el mayor daño posible, ver como esas mismas cartas sugerían no alertar a la población sobre el ataque, ver las fotos de lo que quedó, los videos de los sobrevivientes… es una visita que drena emocionalmente, que aturde, que deprime.
Yo tuve el corazón partido todo el tiempo pero no pude contener las lágrimas al ver el reloj.
Lo donó el hijo de una persona que perdió a su padre en la explosión, y como ven, el reloj quedó detenido a la hora exacta de la explosión… el encontró el reloj en una pila de escombros y cenizas donde era su casa, entre esos escombros y ceniza, estaba su familia…
Ahora, ¿por qué digo que es una historia improbable? Porque Hiroshima y todo el pueblo japonés se levantó, ¡y de que manera! La ciudad es verde, dinámica y su gente es muy PERO MUY amable y cordial.
Te saludan siempre sonriendo, te ayudan, son solidarios. Es como si estuvieran en una misión de mostrarle al mundo que sin importar lo que les pasó, ellos están por encima del odio y del rencor y que la manera de salir no es la venganza, sino la firme convicción y el trabajo duro de su gente.
Después de esta triste visita, fuimos a un lugar que está solo a unos kilómetros de Hiroshima. Es otro patrimonio de la humanidad, la isla de Miyahima con su Tori.
Este lugar es mágico!
No solo es muy lindo e impresionante, sino saber que estuvo a pocos kilómetros de donde hubo tanta destrucción, la paz y la serenidad que se respira acá, es simplemente deslumbrante. A nosotros nos tocó un día frío, pero aun así, apreciamos mucho su belleza.
También vale la pena mostrarles esta joya. En el hostal donde nos quedamos había muuuuchos libros de manga y juegos retro de nintendo. Me pude el de la llegada de Trunks a la tierra y encontré estos de super campeones (capitán Tsubasa en Japonés)
Estos primeros destinos de Japón nos comenzaban a mostrar un país fascinante, lleno de contrastes y riquísimo en cultura en comida. Ahora nos íbamos a una de sus ciudades más emblemáticas. Kioto.
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